Se evaluó la percepción de la sed (PS) como variable dependiente: ¿puede ésta distinguir entre distintos niveles de deshidratación aguda? ¿Es confiable? ¿Cómo responde a la ingesta de un volumen fijo de agua después del ejercicio? Conforme a un diseño de medidas repetidas, ocho estudiantes físicamente activos (24.5±3.6 años, media±DE) se reportaron al laboratorio en cuatro días no consecutivos. Se mantuvieron en reposo o se ejercitaron a 32±3°C bs y 65±6% hr hasta alcanzar una deshidratación equivalente a 1, 2 o 3% de la masa corporal (MC); el orden de las pruebas fue asignado aleatoriamente. Después del ejercicio, los participantes ingirieron un volumen fijo de agua equivalente a 1.20% MC en 30 minutos. Se midió la eliminación de orina, la PS y los cambios en el volumen plasmático cada 30 minutos a lo largo de tres horas. No hubo diferencia entre la PS postejercicio antes de ducharse y la PS después de ducharse (p = 0.860), pero la PS sí fue distinta entre condiciones (PS = 2.50 ± 0.45, 4.44 ± 0.72, 6.38 ± 0.82, y 8.63 ± 0.18 para 0, 1, 2 y 3% MC, p = 0.001). Se observó una asociación entre PS y el equilibrio neto de líquido (rpar = -0.62, p < 0.0001), sin embargo, poco después de beber, la PS fue igual sin importar la deshidratación (p>0.05). La percepción de la sed es válida y confiable mientras no se bebe, pero responde inadecuadamente a la ingesta de agua.